Mi disco duro es más grande que el tuyo.

El otro día, hablando con un amigo sobre cine, me pidió que le prestase el DVD de “Das Boot”, un clásico del cine bélico claustrofóbico; una de submarinos. Amable de mí, accedí, sin recordar bien dónde tenía el título en cuestión. Tras buscar en mi catálogo de casa infructuosamente, bajé al trastero. En mi exploración acabé encontrando unas mancuernas que me vinieron de miedo, pero de la película, nada de nada.

Como soy un tipo obstinado y ante la falta de oferta de compra o alquiler online de la misma, acabé sucumbiendo ante las ya decadentes redes P2P. Entre el escaso repertorio y la incertidumbre del resultado final de mi búsqueda, opté por descargar varios archivos del mismo título. Uno acabo siendo una película porno (un clásico de los fakes), otro un archivo corrupto, y otro, una versión de ínfima calidad de audio y video. Un desastre.

En la misma línea, y también charlando con otro amigo sobre el futuro de la música, me espetaba: -“ Es que yo tengo un archivo musical de casi un Terabyte”-. Impresionante. Impresionante tostón.

El sentido de la propiedad de soportes físicos de cine, música, etc, aparte de ser eco romántico de nuestra adolescencia, tiene sus días contados .

De la misma manera que diarios y medios de comunicación escritos tienden a desaparecer tal y cómo los concebimos hoy, o existirán en pequeñas tiradas para coleccionistas, DVDs, CDs e incluso el último en llegar, el Bluray, tienen caducidad de cercana fecha de fin.

¿Cuál es por lo tanto la alternativa? Una oferta musical y cinematográfica universal y online, a un precio justo. Esas son las claves del éxito y las opciones reales contra la piratería.

En ésta línea, Netflix, el principal videoclub online, nº1 en EEUU, parece que pospone indefinidamente su desembarco en Europa. Sin duda otros intentarán ocupar el hueco que deja hasta esa fecha. Alternativas como Wuaki, Filmin, Yomvi, y los videoclubs online de operadoras, así cómo Microsoft y Sony, con su oferta vía Xbox live y Playstation Network, aprietan fuerte.

Por lo tanto, no debemos tener miedo. Todo lo contrario. Ya no seremos poseedores de algunos títulos de música o de cine, tendremos a nuestra disposición todo el catálogo de cine o música jamás editado. Toda la historia de la industria en nuestro bolsillo. Sobran las palabras.

El streaming es la alternativa. El almacenamiento en la nube la tendencia, y la posesión física, puro recuerdo. Sólo esperemos que nadie, en un descuido fatal, apague el interruptor de la red de redes. No resultaría nada motivante la idea del regreso al VHS, rebobinar las cintas de cassette con un boli Bic y bailar al ritmo de “U can´t touch this” de Mc Hammer.